miércoles, 27 de agosto de 2008

Una mirada al abismo

No se porqué, pero de vez en cuando me gusta echar una mirada al abismo, buscar casos de asesinatos retorcidos, de historias macabras. Supongo que a todos nos gusta pues, si no fuera así, no triunfarian tanto series como "Dexter" o "Mentes criminales"¿no?

Hoy voy a compartir con vosotros una historia que da miedo. Vampiros, ritos oscuros, asesinatos... y quizás lo que da mas miedo es que ocurrió de verdad hace no mucho tiempo en la ciudad de Barcelona. Ojo, que es bastante largo.

Comienza asi:



Enriqueta Martí sembró de horror la Barcelona de 1912.<zb:break> Secuestraba, prostituía y asesinaba a niños para extraerles la sangre, las grasas y el tuétano de los huesos y elaborar pócimas que sus clientes consideraban mágicas.

Y todo empezó de una forma bien simple, con un desmentido oficial que trataba de negar la realidad, algo que ha venido sucediendo siempre a lo largo de la historia. El gobernador civil, nada menos que Portela Valladares, trataba de convencer a todos de que era "completamente falso el rumor que se está extendiendo por Barcelona acerca de la desaparición durante los últimos meses de niños y niñas de corta edad que según las habladurías populacheras habrían sido secuestrados…".

Pero el rumor, ese runrún que se extendía por calles y plazas, mercados y patios de vecinos, era completamente cierto. Eran muchos los niños que a diario desaparecían en las grandes ciudades durante aquellos años y los padres, para amedrentar a sus hijos, para hacerlos más precavidos, les contaban tétricos relatos sobre "el hombre del saco".

Por aquellos días de febrero de 1912, apenas tres años después de la Semana Trágica, la mayor parte de ciudadanos de Barcelona andaban preocupados por la desaparición de una niña de cinco años llamada Teresita Guitart sobre cuyos detalles y circunstancias se estaba extendiendo ampliamente la prensa.

Había ocurrido a la caída de la tarde del 10 de febrero en la calle de San Vicente. Ya era casi de noche cuando Ana, la madre de Teresita, se había detenido a la puerta de su domicilio a charlar con una vecina y le soltó la mano a la pequeña en la creencia de que subiría sola hasta el piso. Pero no fue así. Cuando el marido vio llegar a su esposa sin Teresita, preguntó extrañado: "¿Y la nena?". La buena mujer lanzó un grito y bajó corriendo a la calle, pero ya era demasiado tarde, no había rastro de la niña.

Lo que había ocurrido era que Teresita, en lugar de subir a su casa, se alejó un poco, curioseando, y de repente sintió que una mano cogía la suya y que una mujer extraña le decía con acento mimoso: "Ven, bonita, ven, que tengo dulces para ti". La pequeña, ilusionada, se dejó llevar un trecho, pero, al ver que se alejaba demasiado de donde estaba su madre, soltó su manita y trató de regresar. Demasiado tarde. La desconocida desplegó un trapo negro con el que cubrió por completo a la niña, la agarró en brazos para ahogar sus sollozos y protestas, y se perdió con su presa en las sombras de la noche.

Y Barcelona vivió más de dos semanas con el corazón en un puño pensando en la suerte que habría podido correr la infeliz Teresita Guitart. Todos los esfuerzos policiales resultaron, como casi siempre, nulos. Sería una vecina fisgona, una chafardera, la que descubriría el paradero de la niña desaparecida.

Se llamaba Claudina Elías, y un buen día se fijó en la carita de una niña que la miraba a través de los sucios cristales de un ventanuco y le pareció que su expresión era implorante. Era la casa de la vecina del entresuelo, en la que vivía con un niño y una niña, pero el deplorable rostro de aquella criatura de cabeza rapada no le resultaba familiar. "Mira que si se tratara de la desaparecida Teresita". Se lo comentó al colchonero que tenía la tienda en la misma calle de Poniente (hoy Joaquín Costa) y éste se lo hizo saber al municipal José Asens, quien se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot.

Y fue éste el que a primera hora de la mañana del 27 de febrero de 1912 llamó a la puerta del entresuelo 1ª del número 29 de la calle de Poniente. Le abrió una mujer que acababa de despertarse.

  • Buenos días. Vengo a inspeccionar su domicilio, pues hemos tenido una denuncia de que tiene usted gallinas.
  • ¿Gallinas? ¿A quién se le ocurre? Eso es mentira.
  • Si me permite…

Y el brigada Ribot penetró en el piso descubriendo al fondo del pasillo a dos niñas de corta edad. La dueña de la casa reaccionó y le dijo que sin una orden del juez no podía pasar. Pero era tarde. Ribot se acercó a la pequeña, que tenía la cabeza rapada.–¿Cómo te llamas, guapa?

  • Felicidad
  • ¿No te llamas Teresita?

La niña vaciló y acabó diciendo:
"Aquí me llaman Felicidad". Ribot preguntó a la mujer quién era aquella niña y ella respondió que no lo sabía, que se la había encontrado en la Ronda de San Pablo el día anterior y le había dicho que estaba perdida y que tenía hambre y ella se la había llevado a casa. "La otra es mi hija y se llama Angelita", añadió. No había ningún rastro del niño que la vecina decía haber visto en repetidas ocasiones.

Una vez en la Jefatura de Policía, que entonces estaba en la calle de Sepúlveda y cuyo máximo responsable era José Millán Astray, la secuestradora fue identificada como Enriqueta Martí Ripollés, de 43 años y con antecedentes… por corrupción de menores.

Había sido detenida en 1909 en su domicilio de la calle de Minerva, donde descubrieron que tenía un prostíbulo de menores de ambos sexos y de edades que iban desde los cinco hasta los 16 años. Con ella había sido detenido un cliente joven que resultó ser hijo de familia distinguida. Enriqueta fue procesada, pero la causa se perdió en los archivos gracias a las influencias ejercidas por una persona muy conocida y muy poderosa de la ciudad.

La vida de Enriqueta Martí estuvo siempre muy relacionada con la prostitución. Ella misma comenzó a ejercerla antes de cumplir 20 años, el día en que se dio cuenta de que siendo criada no se llegaba a ninguna parte. Fornicó en los lupanares de más baja estofa de la zona vieja y marinera de la Puerta de Santa Madrona hasta que un día decidió probar fortuna casándose con un pintor incomprendido y fracasado, Juan Pujaló, un pobre tipo que se alimentaba de alpiste, como los pájaros, porque lo había aprendido en un manual de naturismo. Diez años duró la relación, aunque hasta seis veces se separaron en este periodo. La última y definitiva había sido cinco años antes.

Por eso la policía pudo descubrir que Angelita no era hija de Enriqueta porque así lo declaró el infeliz de Pujaló, que explicó que el fracaso de su matrimonio se debía a que "Enriqueta es muy aficionada a los hombres y acostumbra a frecuentar ciertas casas que a mí no me gustan". Posteriormente, los médicos comprobaron que efectivamente Enriqueta nunca había dado a luz.

¿Quién era, pues, Angelita y dónde estaba el niño que vivía con ella en la calle de Poniente? Enriqueta no fue nada explícita en sus declaraciones y siguió manteniendo que la niña era suya aunque semanas después reconocería que se la había quitado nada más nacer a una cuñada a la que hizo creer que lo había perdido en el parto. En cuanto al niño, explicó que se llamaba Pepito, que tenía cinco años y que se lo habían dejado para que lo cuidara. "Pero como se puso malito lo llevé fuera de Barcelona para que se cure".

Poco a poco, a base de testigos que se presentaban espontáneamente a declarar, pudo irse trazando la personalidad de la secuestradora. A pesar de que no tenía problemas económicos, solía mendigar y acudía, vestida como una pordiosera y acompañada casi siempre de un niño o una niña, a centros de acogida, conventos, parroquias y asilos pidiendo limosna y comida.

Ésta era su ocupación por las mañanas, pero a media tarde salía de su casa elegantemente vestida con sedas y terciopelos y tocada la cabeza con pelucas y sombreros. ¿Qué lugares frecuentaba? ¿A quién visitaba?

Las declaraciones de las dos niñas, fundamentalmente la de Angelita, vinieron a demostrar que Enriqueta Martí era mucho más que una alcahueta secuestradora y corruptora de niños. Teresita contó al juez que aquella mujer, nada más llegar al piso, le dijo: "¿Verdad que sientes picor en la cabeza? Anda, hija mía, déjate cortar el pelito y te pondrás buena".

La niña se dejó hacer mientras la mujer le decía que a partir de ahora se iba a llamar Felicidad y que ya no tenía padres y que ella era su madre y que tenía que llamarla "mamá" cuando salieran a la calle. Pero nunca salió a la calle ni le estaba permitido asomarse al balcón o a las ventanas. Le daba mal de comer –patatas y pan duro–; no le pegaba, pero solía darle fuertes pellizcos.

Su única distracción era jugar con Angelita, porque ella no llegó nunca a ver a Pepito en la casa. A veces se quedaban las dos solas y era cuando tenían más miedo y todos los ruidos las asustaban. Pero un día Angelita le dijo: "Vamos a ver qué tiene mamá en los sitios donde no nos deja entrar". Y entrelazando sus manitas penetraron casi a oscuras en las habitaciones prohibidas. Teresita tropezó con algo que resultó ser un saco. Lo abrieron y, al descubrir su contenido, lanzaron un grito de horror: había un cuchillo grande y unas ropas de niño manchadas de sangre.

La declaración de Angelita fue aún más sobrecogedora. Ella sí conoció a Pepito, un niño rubio de su misma edad con el que solía jugar hasta que un día… "Mamá no se dio cuenta de que yo la vi cómo cogía a Pepito, lo ponía sobre la mesa del comedor y lo mataba con un cuchillo. Yo me fui a mi cama y me hice la dormida".

Tanto impresionaron al pueblo de Barcelona las declaraciones de las dos pequeñas que se abrieron suscripciones populares para abrirles una libreta de la Caja de Ahorros y hasta fueron presentadas en público. En el teatro Tívoli, por ejemplo, se celebró una función en su honor y en los carteles se decía: "Teresita y Angelita asistirán a la representación desde un palco".

Pero lo más tremendo todavía estaba por llegar. Fue a raíz del registro que se produjo en el entresuelo de la calle de Poniente. Los del juzgado se quedaron atónitos cuando entre aquellas habitaciones sórdidas y malolientes descubrieron un suntuoso salón amueblado con gusto exquisito. El mobiliario, las lámparas, el cortinaje, las butacas y los sofás debían de haber costado una fortuna.

En un armario colgaban dos trajecitos de niño y otros dos de niña; había medias de seda y zapatitos a juego con los trajes. Y también fueron encontrados las pelucas rizadas y los finos trajes de confección que Enriqueta vestía en sus misteriosas salidas.

Un paquete de cartas llamó la atención de los funcionarios. La mayoría estaban escritas en lenguaje cifrado, y abundaban en ellas las contraseñas y las firmas con iniciales. Apareció también una lista, una relación de nombres, que daría mucho que hablar a la opinión pública.

En la cocina encontraron el saco del que habían hablado las dos niñas y, efectivamente, contenía un trajecito de niño y un cuchillo ensangrentados. En otra habitación descubrieron un saco de lona, aparentemente lleno de ropa sucia y vieja, pero en cuyo fondo había huesos de reducido tamaño que posteriormente se confirmaría que eran de criaturas infantiles.

Hasta 30 se contaron entre costillas, clavículas, rótulas… Todos ellos presentaban la particularidad de que tenían señales de haber sido expuestos al fuego, lo que, según los médicos, excluía que pudieran servir para estudios anatómicos y hacía suponer que más bien los pobres niños habían sido sacrificados para extraer grasa de sus cuerpecitos. Esta afirmación era en respuesta a la explicación que días más tarde daría Enriqueta justificando que tenía recogidos aquellos huesos para estudios de anatomía.

Tras un armario descubrieron la cabellera rubia de una niña de unos tres años, y la macabra expedición concluyó en una habitación cuya cerradura tuvieron que forzar y en la que aparecieron medio centenar de frascos, rellenos, unos, de sangre coagulada; otros, de grasas, y el resto, con sustancias que fueron enviadas a un laboratorio para su análisis.

Junto a las pócimas había un libro antiquísimo con tapas de pergamino que contenía fórmulas extrañas y misteriosas. Y también un cuaderno grande lleno de recetas de curandero para toda clase de enfermedades, escritas a mano, en catalán y con letra refinada.

A partir de aquel descubrimiento no se hablaba de otra cosa en la ciudad más que de Enriqueta Martí, y los principales periódicos nacionales, que por entonces se componían de unas 16 páginas, le dedicaban a diario un par de ellas para contar, como si fuera un folletín, las novedades del caso bajo titulares como: "Los misterios de Barcelona".

Entre los testimonios de personas que trataron a Enriqueta o sufrieron sus actividades se contaban historias tan dramáticas como la de una mujer de Alcañiz que acababa de llegar a Barcelona a buscar trabajo con un bebé en brazos. La buena mujer se sintió desfallecer y se sentó en el umbral de una casa. Una desconocida, de tono amable, se le acercó; era Enriqueta.

  • ¡Qué nena tan bonita!, ¿quiere que le dé un rato el pecho?
  • A mi hija nadie le da el pecho más que yo –respondió la baturra.
  • Pues a mí me gustaría dárselo. Me parece que lo que usted tiene es hambre. Vamos a esa lechería, que le pago un vaso de leche. ¡Pobre mujer! Traiga, que ya le llevaré yo a la niña.

Y la mujer, que estaba desfallecida de hambre, siguió a la desconocida y entró con ella en la lechería. Enriqueta pidió un vaso de leche y exclamó de repente:

  • Pero le sentará mejor con pan. Espere, que ahora mismo lo traigo.

Salió con el bebé en brazos y nunca regresó. Seis años tuvieron que pasar hasta que la desgraciada mujer de Alcañiz volviera a ver frente a ella, para identificarla, a la que le había robado a su hijo y sabe Dios lo que habría hecho con él.

Ante las abrumadoras pruebas, Enriqueta acabó reconociendo que era curandera y que vendía filtros y ungüentos. "Confecciono remedios utilizando determinadas partes del cuerpo humano". Y, de forma repentina, vociferó: "¡Que registren el piso! ¡Que piquen bien las paredes y encontrarán algo! Como sé que me subirán al patíbulo, quiero que conmigo suban los demás culpables".

No tan sólo el piso de la calle de Poniente fue registrado a fondo, sino también los otros domicilios que Enriqueta había tenido durante los diez últimos años. Y el resultado fue aterrador: en un piso de la calle de Picalqués fue descubierto un falso tabique que ocultaba un hueco en el que aparecieron más huesos, entre ellos varios de manos de niño. Dice la crónica que "con los huesos fue encontrado un calcetín de niño que debió de pertenecer a un hijo de familia muy humilde, porque está zurcido y añadido desde su mitad con hilo de otro color".

En un piso de la calle de Tallers, en un escondrijo, hallaron huesos y dos cabelleras rubias de niñas de corta edad. En una torre de Sant Feliu de Llobregat aparecieron libros de recetas y nuevos frascos con sustancias desconocidas. Y finalmente, en el patio de una casa de la calle de los Jocs Florals de Sants descubrieron el cráneo de un niño de unos tres años, que todavía presentaba adheridos a la piel algunos cabellos y una serie de huesos que los forenses reconocieron como pertenecientes a tres niños de tres, seis y ocho años.

Diez fueron las criaturas identificadas como víctimas de Enriqueta que se incluyeron en el sumario. Los periódicos escribieron frases como: "Esos huesos hablan de crímenes bárbaros, y esos emplastos y esas curas, de supercherías medievales". Y Millán Astray, jefe superior de policía, definió a la Martí como "una neurótica que se creía curandera, un caso de bruja antigua que hubiera sido quemada en Zocodover".

No cabe duda de que la Martí utilizaba a los niños que secuestraba en una explotación doble: como objetos de placer para sus degenerados clientes y como materia prima para elaborar sus potingues. Llegó a especularse, y así lo recogen el escritor Núñez de Prado y el abogado leonés Jesús Callejo, que el origen de las actividades como hechicera de Enriqueta podría estar en que "en una de esas orgías pederásticas, uno de los niños perdió la vida y a partir de aquel momento decidió extraerles la sangre y no desperdiciar ni siquiera el tuétano y los huesos de sus víctimas".

En aquella época, la tuberculosis hacía estragos, y estaba muy extendida la creencia de que el mejor remedio para detenerla era beber sangre humana y aplicarse sobre el pecho cataplasmas de grasas infantiles. Tan sólo dos años antes, un suceso había alarmado a España entera: el crimen de Gádor, en el que un curandero, Francisco Leona, había sacrificado a un niño de siete años, Bernardo González, para que el rico propietario Francisco Ortega curara la tisis que padecía bebiendo la sangre de la criatura y aplicándose sus "mantecas" sobre el pecho.

A nadie escapaba que tras los aberrantes crímenes de Enriqueta Martí tenía que haber personas con suficientes recursos económicos para satisfacer sus pervertidas necesidades. Y es en ese punto donde aparece la famosa lista de nombres hallada en el tugurio de la calle de Poniente, una lista de la que todo el mundo hablaba pero nadie conocía, una relación de nombres y domicilios en la que, se rumoreaba, figuraban médicos, abogados, comerciantes, algún escritor, políticos y otras personalidades.

La indignación y la furia comenzaron a apoderarse del pueblo de Barcelona, y la prensa más conservadora corrió a calmar los ánimos para evitar males mayores. Así, Abc llegó a decir que "los nombres y domicilios contenidos en esta lista son de gentes conocidas por su amor a la caridad, gentes que fueron víctimas de las socaliñas (que significa "engaños") de la hechicera, que las conocía por haber acudido a sus casas a pedir limosna".

Pero cuando saltó la noticia de que Enriqueta había intentado cortarse las venas con una cuchara de madera en su celda de la prisión de Reina Amalia, la irritación popular se convirtió en cólera y las autoridades temieron que si fallecía estallara un motín, pues los hechos de la Semana Trágica de 1909 estaban cercanos.

Para evitar el suicidio de Enriqueta se tomaron todo tipo de precauciones. "La cama de la Martí está colocada frente por frente a las de sus tres compañeras de reclusión para que éstas no la pierdan de vista, cualquiera que sea la posición que aquélla adopte para dormir, y tienen orden de destaparle la cara si ven que se cubre la cabeza con las ropas de la cama para evitar que con sus dientes se seccione una vena de la muñeca".

Sin embargo, el interés por el tema comenzó a decaer al no producirse nuevos descubrimientos macabros y entrar toda la investigación en una fase rutinaria y farragosa. El periodista Luis Antón del Olmet concluía así la larga y espléndida serie de reportajes que dedicó al caso: "Estamos ante una de las criminales más tremendas y crueles de las que se tienen noticia. Movida por un fanatismo vesánico, ha ido matando niños durante diez años para sacarles las grasas y fabricar ungüentos. Es un caso inaudito, monstruoso, del que se hablará muchos años con estupor. Enriqueta Martí ha de tener leyenda, pero ¿será cosa de seguir glosando indefinidamente este suceso?".

Y para rematar la pérdida de interés por el tema, a mediados de abril, un transatlántico se hundió tras chocar con un iceberg. Se llamaba Titanic y las noticias sobre aquel desastre apartaron definitivamente de las rotativas a la Vampira del Carrer Ponent.

Meses después se supo que Enriqueta Martí había fallecido en el patio de la cárcel linchada por sus compañeras presas. Se especuló que antes de ser golpeada ya estaba muerta, envenenada por encargo de alguien interesado en su desaparición. Nada se pudo probar. Lo único cierto es que nunca llegó a celebrarse el juicio, que aquellas personas que figuraban en la lista, "tan amantes de la caridad", se acostaron aquel día más tranquilas y que Enriqueta Martí Ripollés se convirtió en leyenda.

El reportaje que acabais de leer se publico en "El País" en Enero del 2006. Lo escribió Pedro Costa y forma parte de la serie "Malos de la historia". El enlace al original es ESTE

lunes, 25 de agosto de 2008

Cita

(Creo que) Nunca he posteado de una forma tan evidente material de otros blogs, pero esta cita de Nikola Tesla me ha hecho reir un buen rato y queria compartirla:

"Un hombre siempre tiene dos razones para hacer algo: una buena razón y la verdadera razón."


Publicado por Alvy en Microsiervos

Arqueología de los meridianos (Síndromes)

Hace unos post me he aficionado al Blog "Meridianos". Como su propio autor (eLzO) describe: "Surge de la idea loca, de poder dar a conocer al mundo todo aquello que encuentro cruzando los meridianos de Internet. No tendrá temática definida. Sera un copy/paste y añadiendo alguna idea original. Esta creación , sera de libre acceso, gratuito e intentara mostrar aquellos rincones donde llega el océano internauta..".

Os lo recomiendo encarecidamente, y para muestra aqui os dejo un botón; uno de los post que mas me ha gustado y que he encontrado haciendo arqueologia por su blog (en concreto remontándome un año atrás)


Síndrome de la cabeza explosiva
El síndrome de la cabeza explosiva (en inglés exploding head syndrome) es una rara condición médica que fue registrada por primera vez por un médico británico en 1988 y por la cual el paciente siente ocasionalmente un sonido extremadamente fuerte, generalmente descrito como un estallido o estruendo, como si procediera de su propia cabeza.

A pesar de ser percibido como un sonido tremendamente potente, muy rara vez es acompañado por dolor. Los ataques pareen incrementar y decrementar en frecuencia con el tiempo: varios ataques pueden ocurrirse en espacio de pocos días seguidos por meses de receso. Los pacientes a menudo sienten una sensación de terror y ansiedad después de un ataque, acompañado por un elevado ritmo cardíaco. Los ataques también son acompañados en ocasiones por flashes luminosos o dificultad para respirar.

El síndrome de la cabeza explosiva no es un ejemplo de combustión humana espontánea, ni tampoco involucra una verdadera explosión de la cabeza.



Síndrome de Stendhal
El síndrome de Stendhal es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardiaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a una sobredosis de belleza artística, pinturas y obras maestras del arte.

Tiene esta denominación por el famoso autor francés del siglo XIX Stendhal (Pseudónimo de Henri-Marie Beyle), quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en su visita en 1817 a la Basílica de Santa Cruz en Florencia, Italia, y que publicó en su libro Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio.

Aunque ha habido muchos casos de gente que sufría vértigos y desvanecimientos mientras visitaba el arte en Florencia, especialmente en la Galeria degli Uffizi desde el principio del siglo XIX en adelante, no fue descrito como un síndrome hasta 1979, cuando la psiquiatra italiana Graziella Magherini observó y describió más de 100 casos similares entre turistas y visitantes en Florencia, la cuna del Renacimiento, y escribió acerca de él.

El síndrome de Stendhal, más allá de su incidencia clínica como enfermedad psicosomática, se ha convertido en un referente de la reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico.

El síndrome de Stendhal es la parte central de un anuncio para el automóvil Audi A8 :




Síndrome de Ulises
El Síndrome de Ulises, también conocido como síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple, es un síndrome de naturaleza psicológica que se caracteriza por un estrés crónico que viene asociado a la problemática de los inmigrantes al afincarse en un nuevo país. El nombre viene derivado del héroe mítico Ulises el cual, perdido durante muchísimos años en su camino de vuelta a Ítaca, añoraba su tierra de origen pero se veía imposibilitado para volver a ella.

Según su descubridor, el doctor Joseba Achótegui, psiquiatra del SAPPIR y profesor titular de la Universidad de Barcelona, es una situación de estrés límite, con cuatro factores vinculantes: soledad, al no poder traer a su familia; sentimiento interno de fracaso, al no tener posibilidad de acceder al mercado laboral; sentimiento de miedo, por estar muchas veces vinculados a mafias; y sentimiento de lucha por sobrevivir. Se calcula que en España puede haber unas 800.000 personas afectadas por esta enfermedad.

El síndrome de Ulises no sólo actúa por sí mismo sino que, como toda situación de estrés, contribuye a acelerar o desarrollar ciertas patologías que podían hallarse latentes en aquellos que los sufren. Por ejemplo, pacientes con predisposición a desarrollar brotes psicóticos pueden ver acelerados o aumentados su aparición a causa del estrés, de ahí que la tasa de estas patologías sean mayores en el colectivo de inmigrantes que en la población general.




Síndrome de Wendy
El síndrome de Wendy esta basado en la necesidad absoluta de satisfacer al otro, principalmente la pareja o los hijos. Es más común en mujeres que en hombres. Se denomina miedo al rechazo, al abandono, a no sentirse querida, al deseo de complacer a los demás y sobre todo una gran necesidad de aceptación y aprobación.

Suele estar directamente relacionado con el Síndrome de Peter Pan. Es más, no puede existir ningún Peter Pan que no tenga detrás una Wendy para que haga todo lo que él no hace y se responsabilice de todo lo que él evita

Síndrome de Diógenes
El síndrome de Diógenes es un desorden del comportamiento que normalmente afecta a personas de avanzada edad que viven solas, caracterizándose por el total abandono personal, social y el aislamiento voluntario en su propio hogar.

En los años 1960 se realizó el primer estudio de dicho patrón de conducta, bautizándolo en 1975 como síndrome de Diógenes, en referencia a Diógenes de Sinope, filósofo griego que adoptó y promulgó hasta el extremo los ideales de privación e independencia de las necesidades materiales.

La persona que sufre de este desorden se caracteriza por aislarse socialmente, llegando a recluirse en el propio hogar, además de desatender absolutamente la limpieza del mismo y toda higiene personal.

Debido a que creen encontrarse en una situación de pobreza extrema, no siendo a menudo el caso, tienden a intentar ahorrar lo máximo posible llegando a reunir grandes cantidades de dinero sin tener conciencia de lo que poseen realmente. También suelen acumular grandes cantidades de desperdicios y objetos sin ninguna utilidad en sus casas, lo cual les aboca a vivir en situaciones insalubres .



Síndrome de la clase turista
El 'síndrome de la clase turista, consiste en los trastornos circulatorios producidos por la prolongada inmovilidad en espacios reducidos, como los asientos de la clase turista de la mayoría de las compañías aéreas. Puede derivar en trombosis venosa profunda (TVP) en las extremidades e incluso podrían ser fatales si los coágulos se desprenden y llegan al pulmón. La población de riesgo comprende todas aquellas personas que tienen problemas circulatorios así como personas mayores y embarazadas.

Los síntomas pueden manifestarse con posterioridad al vuelo en forma de hinchazón, dolor, o bien hormigueo en las extremidades. Se recomienda acudir al médico para que en caso de haberse iniciado un coágulo prescriba la medicación adecuada.

Las medidas preventivas para evitar los efectos de esta afección consisten en moverse por el pasillo del avión cada hora, beber agua y ajustarse la ropa, calzado y cinturones de forma que no impidan la circulación así como dormir en posiciones que una extremidad o parte del cuerpo no impida la circulación en otra.


Síndrome de Vietnam
Por Síndrome Vietnam se conoce al sentimiento de derrota e impotencia sufrido por la sociedad estadounidenses en los años 70 y principios de los 80 del Siglo XX tras la derrota en la Guerra de Vietnam. En los años 60 y los tres primeros de los 70 Estados Unidos libró la guerra (no declarada), más larga de su historia y una de las más caras tanto en vidas como en dólares. Sin embargo no se logró la victoria:

  • 58.000 muertos.
  • 300.000 heridos.
  • Cientos de desaparecidos.
  • Centenares de miles de soldados con una amplia adicción a las drogas y con serios problemas de adaptación a la vida civil.
  • Billones de dólares en equipo y ayuda de todas clases.


Síndrome de Estocolmo

El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía.

El síndrome de Estocolmo puede aparecer curioso a primera vista. La literatura menciona varias posibles causas para tal comportamiento:

  • Tanto el rehén o la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan.
  • Los rehenes tratan de protegerse, en el contexto de situaciones incontrolables, en donde tratan de cumplir los deseos de sus captores.
  • Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalación de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito.
  • Con base de la historia de desarrollo personal se puede ver el acercamiento de las víctimas con los delincuentes, una impresión en la edad infantil. Un infante aprende que uno de los padres está enojado, aunque sufre por ello, puede tranquilizarlo por el desvanecimiento de los comportamientos "malos/enojados" y como prueba contraria trata "comportarse bien", puede activar este reflejo en una situación extrema.
  • La pérdida total del control, que sufre el rehén durante un secuestro, es difícil de digerir. Se hace soportable en el que la víctima se trata de convencer a sí misma, ya sea por su propia voluntad, por ejemplo: se identifica con los motivos del autor del delito.

Alguno síndromes mas:

Síndrome de Asperger
Síndrome de Alport
Síndrome de Cotard
Síndrome de Sturger Weber
Síndrome de Kocher
Síndrome de intestino irritable
Síndrome POEMS
Síndrome de Rett
Síndrome de Reye
Síndrome metabólico
Síndrome de Williams
Síndrome de Down
Síndrome de Leriche
Síndrome de Lowe
Síndrome de Cenicienta
Síndrome de las piernas inquietas
Síndrome del estudiante
Síndrome de alimentación nocturna
Síndrome de adaptación espacial

Mas síndromes


Completando...

Otro articulo muy interesante de sindromes es "Un extraño en tu hogar", de Genciencia. Aqui se explican tres sindromes bastante curiosos (y un punto acojonantes, para que mentir) que tienen en comun que el paciente cree que en su casa están viviendo extraños, ya sea de una forma oculta, o suplantando a alguno de sus antiguos familiares.

Síndrome de Capgras
El paciente cree que una persona allegada ha sido suplantada por un doble idéntico. Pensará que es el único que se ha percatado del problema (ya que nadie le dará la razón), y tratará de impostor al "extraño".

Este mal es debido a un problema de conexión entre el reconocimiento visual y la memoria afectiva. Por ejemplo, si el enfermo cree que su tía es una doble, será porque la verá, la identificará como su tía, pero en cambio no tendrá los recuerdos que conllevan la parte emocional de una relación.

En el siguiente vídeo se puede ver de una forma clara de qué trata el problema. La primera parte es una situación ficticia, seguida de la explicación teórica.

Síndrome de Frégoli
En este caso, el paciente pensará que de alguna forma, un familiar o persona cercana es alguien distinto, aunque también allegado. Es decir, que un enfermo con este síndrome podría suponer que su primo es en realidad un hermano que murió y ha ocupado su cuerpo.

Síndrome del Huésped Fantasma
La persona que sufra este trastorno, pensará que su casa está ocupada por alguien que de alguna forma, consigue ocultarse para no dejarse ver. Aún así, el enfermo tendrá la idea delirante de que detecta a su curioso ocupante, ya sea viendo su reflejo en un espejo, escuchando el televisor encendido…



domingo, 24 de agosto de 2008

Consolas mas nobles para tiempos mas nobles

8 Bits... ¿Que se puede hacer con 8 bits?

Pues
maravillas, como nos recuerdan desde Nintendo8.

Mi primera videoconsola fue con ya 14 años, una megadrive que mi hermano compro (cuando el resto de chavales tendrian una playstation en un año o dos), pero eso no quita para que los juegos de 8 bits me traigan recuerdos a otros tiempos.

Cuando me encontre con esta pagina, toda dedicada a juegos de 8 bits para la NES, alucine en colores, una gran seleccion de originales para jugar online; llevaba ya tiempor queriendoles hacer mencion. Altamente recomendable para "Operaciones pantera rosa" (o, simplemente, para vaguear en el trabajo)