sábado, 27 de agosto de 2011

Los últimos días de Agosto

Hoy ha sido la primera noche fría del verano en Zaragoza.

Cuando yo era pequeño (y el aire acondicionado un lujo desconocido), recibíamos esta noche con mucha alegría; abríamos de par en par las ventanas de la casa de mis padres, dejando que la fresca corriente inundara la casa, llevándose el bochorno. Era una de las noches mas agradables de todo el verano.


Esa casa ya no existe, pero los recuerdos que de ella atesoro son más reales que cosas ocurridas esta misma mañana. El olor de los últimos días de agosto, el tacto de la sábana fresca, el crujido al abrir los ventanucos de madera y la caricia de la brisa nocturna sobre mi cuerpo.

Esta noche, Silvia y yo nos la hemos tomado para los dos solos. Tras cenar, le hemos colocado el arnés a Nora y hemos paseado los tres por los jardines de la Aljafería, al lado de casa. Con las plazas vacías, nos hemos sentado en cada banco y terraza que nos apeteciera, y sumergidos en la brisa hemos recordado nuestros veranos pasados. Y me ha invadido la morriña.


Nunca me ha apenado que se acabe el verano; todo lo contrario: los últimos días de agosto eran en los que mis amigos volvían a casa. Tras un agosto entero habitando un desierto, la ciudad se plagaba ante mi de gente con prisas por reanudar sus vidas. Zaragoza salía de su hibernación estival.

Lo que realmente añoraba era la expectación con la que recibía esta noche. Tenía un significado especial -aunque no muy definido- que marcaba el ritmo de mi vida. Ahora he crecido y este ritmo se ha desbocado, arrasando con todo.

Pero, paseando entre olmos y sauces, me he dado cuenta que esa magia nunca estuvo allí. Esa noche, esta noche, no es especial porque una casualidad cósmica haga que las estrellas se alineen. Es especial porque lo quisimos sentir así en su momento, y merece ser recordada porque quisimos que fuera memorable. Y por ello puedo recuperarla.

Me recuerda al consejo de "Entre copas" sobre encontrar la ocasión especia para abrir el idealizado Cheval Blanc: "El día que abras un Cheval Blanc del 61 será la ocasión especial".


Quiero que haya mas ocasiones especiales en mi vida, y voy a ponerme a ello.

1 comentario:

  1. Agosto también eran las noches de viento y relámpagos.
    Mañanas frescas (donde había una estratégica ventilación), mediodías y tardes muy calurosas (en un rellano de escalera) y esas noches ventosas que invitaban al paseo.

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