martes, 16 de diciembre de 2008

Cartas a Suecia 2ª parte - ¿Qué es lo que debemos saber?

Agosto de 1999, estaba en Francia en un curso para profesores de astronomía durante el eclipse de sol. La noche del eclipse no hubo nubes donde nos encontrábamos y se esperaba una lluvia de estrellas que merecía la pena verse, así que, aunque hizo fresco, me fui a ver la lluvia con algunos profesores españoles del curso.

Junto con el curso de profesores también había un gran número de alumnos de último año de instituto procedentes del norte de Europa. Entre ellos, una chica de 19 años llamada Mette, que como sabía algo de español se juntó con nosotros (supongo que para practicar español y observar el cielo). Al rato acabamos manteniendo una animada conversación mientras mirábamos el cielo.
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Mette nos habló con mucha seguridad de sí misma: contó sus proyectos y lo que pensaba hacer cuando terminase el instituto; quería ser científica. Nos hizo un montón de preguntas (que intentamos contestar como buenamente pudimos) y entre ellas nos preguntó qué era lo más importante que debía aprender para llegar a ser una buena científica.

La verdad es que no pude responder a la pregunta de Mette inmediatamente y con una sola respuesta. La contestación a esta pregunta me exigió una reflexión durante un tiempo y ahora creo que podría dar una respuesta a su pregunta sobre lo más importante que deberíamos aprender si queremos ser buenos científicos

Normalmente se nos enseñan herramientas básicas para poder conocer (leer, matemáticas, etc.) y datos, muchos datos, montañas de datos. Si podemos comprender las preguntas y conocer los suficientes datos relevantes implicados en el problema, podremos elaborar argumentos razonados que nos den la solución.

Entonces la pregunta anterior podría formularse como: ¿Cuáles son los datos más importantes que debo saber?

Los datos no son el elemento principal del proceso de aprendizaje ni se debe creer que una persona será un buen científico por que sepa muchos datos. Saber datos está muy bien para impresionar a los amigos y sacarnos algún dinerillo en un programa concurso de la televisión.

Pero los datos que se nos enseña y que aprendemos son una simplificación de situaciones más o menos complejas y a veces la información que adquirimos en una situación no funciona en otra.
Por otra parte las preguntas más simples a veces no tienen respuestas simples.

¿Entonces porque se enseñan tantos datos?

Porque es fácil comprobar si se saben (mediante un examen por ejemplo) pero lo importante no es lo que sabemos, sino cómo llegamos a saberlo. Es decir: cómo aprendemos. Y es curioso, además, que muchas de las cosas más importantes que querríamos saber no se pueden expresar o exponer en forma de datos. ¿Cuándo estoy preparado para tomar mis propias decisiones? ¿Cómo puedo hacer que la persona de mis sueños se interese por mí? ¿Cómo puedo ser un buen científico?

¿Cómo tenemos que aprender entonces? Lo primero, es aprender sobre la incertidumbre del conocimiento. Aprender que tenemos límites, que no se trata de saberlo todo, sino de saber que no somos capaces de saberlo todo.

Mucho mejor que tener las respuestas es tener la capacidad para producirlas (o inferirlas). Debemos de ser capaces de inventar modelos que nos permitan encontrar o comprender las cosas que ocurren a nuestro alrededor y lo más importante (y más difícil) que debemos aprender es estar dispuestos a equivocarnos y a no tener miedo al fracaso. Porque el secreto está en saber cuándo y cómo cometer errores. Tener la humildad y honestidad suficientes para admitir que estábamos equivocados si alguien nos demuestra un error.

Y no os podéis imaginar la cantidad de gente inteligente que no sabe esto.


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