domingo, 12 de diciembre de 2010

La Gran Ruta del Sur

Extraído del libro de rutas par Axteroide: La Gran Ruta del Sur


No es dificil encontrar el camino al gran desierto. Basta con seguir el Camino de la Comunidad hacia el norte, desde el puerto viejo de Espaún, para encontrar, al poco y a mano izquierda, la señal que lo marca. A partir de ahi el camino serpentea entre pequeñas y graciosas callejuelas hasta abrirse magnificente, mostrándonos en lontananza las torres de Poniente.

Si seguimos el sendero, subiremos la última colina y cruzaremos el portal que da entrada al desierto; pronto podremos ver maravillas como piramide del oeste o el gran baobab.

Pero si hay algo que defina esta región es, sin duda, el gran gusano de arena: Shai-Hulud. Sin hacer nada más que seguir el camino, ya nos pondremos a la sombra de este silencioso coloso de piedra, que algunos dicen es hijo del mismísimo Silent.

Cuando el camino tuerce de nuevo a la derecha, es buen momento para saltarselo y adentrarse desierto adentro, hacia la aldea a los pies del gusano. Allí encontramos el caravansari de Tiomolón, un lugar acogedor en mitad del desierto, y parte de la aldea de Shai-hulud.

Tras refrescarnos en sus pozos de agua, y tomar de sus dátiles y frutas, podremos caminar por las características pasarelas elevadas que comunican las distintas casas de Shai-hulud. El pueblo es pequeño, pero acoge al viajero, y es un lugar agradable donde pasar la noche antes de seguir viaje al sur.

A primera hora de la mañana, reemprenderemos viaje, cruzando por las silenciosas ruinas del escenario de musica. El titánico escenario, solitario y cubierto de polvo en mitad del desierto, parece sacado de un extraño sueño donde acabara de ser abandonado. Mejor pasar raudos esta parte sin detenernos, pues extrañas leyendas cruzan sobre quien demasiado se ha demorado alli.

Tomando como referencia, sombra, y alto en el camino, el volante romboidal nos permitira corregir algo hacia el oeste la ruta. Y gracias a ello divisaremos, a las pocas dunas, las torres mas altas de Aleria, la ciudad de la paz; cuentan que esta bendita y protegida por la Adm Dinhiliem, y solo es posible alcanzarla de día: de noche los poderes de Dinhiliem rechazan al viajero y lo mantienen lejos de la ciudad.

Si hemos seguido mi ruta, habremos llegado a media mañana y nos será posible entrar en la ciudad. Podremos admirar la magnificencia de sus edificios y refrescarnos en su fuente mientras consultamos el trecho que nos falta para el siguiente refugio nocturno. Aleria es la ultima ciudad del desierto y nuestra senda subirá a partir de ahora por los bosques salvajes del lejano este.

Rebasaremos la ciudad y continuaremos en direccion sureste hasta, tras la siguiente loma, divisar los grandes edificios de las ruinas de Lodack. No es la parada mas bella, ni los edificios mas seguros, pero se trata únicamente de pasar la noche a salvo y descansar para la siguiente jornada, asi que nos servirá.

Cuenta la leyenda que el olvidado rey Lodak quiso construir aquí una ciudad que superase a Espaún y la sojuzgara, más al ver a los caballeros de Edron crear la Ciudad Amurallada temió por su objetivo, y pactó con fuerzas oscuras el tener poder para destruir el server.  Dicen que Darth Lagg le oyó, y le construyó en una sola noche la base de la Bahia Siniestra, al este de la ciudad de Lodak. Y justo cuando Lodak iba a lanzar su ataque sobre Edron... desapareció.

Algunos cuentan que el precio que Dart Lagg le pidió fué demasiado alto para el, así que le arrastró hasta el Baneterno, y otros dicen que el propio Him se le apareció la noche previa, llevándole con el al infierno para defender el server. Sea como sea, esta zona quedó despoblada, y ahora es salvaje y peligrosa. Y pese a que la vegetación crece en Bahia Siniestra de una forma voluptuosa y febril, por nada del mundo tomaría de sus frutos ni bebería su agua. Desaconsejo vivamente al caminante viajar al este para comprobar las leyendas.

Al dia siguiente, tras un buen refrigerio – pues la travesía sera un tanto dura – proseguiremos directamente hacia el sur, hasta que nuestro camino desemboque en un gran lago, con las orillas contrarias cubiertas de nieve. Bordearemos el agua por la orilla izquierda y asi seguiremos viaje, constantemente al sur, adentrándonos en el bosque nevado.

Aqui mantendremos los ojos bien abiertos pues, tras el siguiente vado de rio (ya helado por el frio en esta latitud) podremos distinguir la primera de las torres de guardia de la comandatura de Drakenden. La tomaremos como referencia y avanzaremos hacia ella para poder distinguir, por fin y al fondo, la ciudad de Drakenden, nuestra próxima parada.

Pese a que el puente esta en ruinas, nos ayudará a pasar por encima del último rio y prácticamente entrar en la ciudad. Drakenden fue fundada por un grupo de pioneros en condiciones bastante duras, lo que les hizo adoptar un caracter marcial que aún hoy se nota en sus casas y perdura en sus gentes.

Pero no os confundais: la gente de Drakenden es noble y justa. Cierto es que tiene un caracter frio y desconfían del extraño, pero si consigue uno hacerse de fiar, tendra en cualquier Drakeniano un buen aliado, si no amigo.

El entretenimiento favorito de sus gentes, aparte de las habituales tareas que se encomiendan para proteger la ciudad, es organizar justas entre sus soldados. Es esta costumbre la que ha dado fama a los drakenianos de expertos espadachines, y puedo dar fe – pues he estado allí de primera mano -
que la tienen muy bien merecida.

Cuando terminemos de disfrutar los marciales encantos de esta ciudad, podemos cruzar la bahía del puesrto para llegar, en la orilla inmediatamente opuesta, al tunel de unión con Valinor, nuestro último trecho. Quizas el camino carezca de atractivo para quien no le gusten los túneles, pero la seguridad y rapidez de este método son indiscutibles, y creedme si os digo que merece la pena.

La salida del túnel es un simple dique de piedra –  de sobrio diseño drakeniano – lamido por las aguas del mar del zafiro, pero llegados a este punto poco le importará al viajero el dique o el agua, ya que estará contemplando al fin la ciudad de Valinor, mi hogar.

¿Que os podría contar de Valinor, La Perla del Sur? En verdad os digo que, pese a las maravillas que habreis sido testigos siguiendo mis pasos en la ruta del sur,nada mas la puesta de sol en Valinor ya os estremecería.

El astro rey, hundiéndose en el oeste, lanza sus ultimos rayos rojizos al horizonte avisando la llegada del ocaso. Lentamente, el manto púrpura de la noche lo va cubriendo todo, dejándo tan sólo pequeños albores en el horizonte, más no se atreve ni a tocar el diamante de Valinor: durante las horas oscuras, su brillo perdurará, siendo a la vez faro y destino de caminantes, e iluminando impasible las aguas del Mar del Zafiro, ya esten estas calmas o bravías.

Pero el amanecer aún es mas hermoso, pues conforme despunta el alba, la luz se derrama sobre agua y  cristal, que la reflejan agradecidos al nuevo día mientras deslumbran al testigo de la alborada.

Y entretanto el afortunado viajero que haya llegado a tan bello destino podrá deambular por las escalinatas y los parques, reposar en las islas de Massalia y Noodle, admirar el conocimiento de la Gran Biblioteca o reposar en el embacadero sobre las aguas del Mar de Zafiro. 

 Aqui, en Massalia, acabo mi viaje por la ruta del sur. Muchas maravillas he dejado en el tintero, y muchos caminos se podrían haber tomado en lugar del por mi descrito, pero es una decisión que dejo al caminante intrépido. Pues al final cada uno toma el camino que le dicta su corazón, y esoge su propio destino al llegar a él.

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