lunes, 29 de junio de 2009

Almunian 2 (III)

Cantar III, de lo que contó el Bibliotecario

  • Mi nombre es Tattûm, - dijo el joven - y llevo años estudiando, allá en el norte, libros sobre la antigua Poia.
Llegados a este punto Tattûm abrió un pequeño zurrón de piel que llevaba y saco unos cuantos pliegos de papel manuscritos.
  • Estas copias - dijo mientras las repartía sobre la mesa alrededor de la que estaban- son de manuscritos antiguos, conseguidos en Manuelville a aventureros que no conocían lo que habían rapiñado. Los pergaminos a los que me refiero, que entendereis no haya traido, debieron ser encontrados en lugares muy distintos a Poia, ya que a pesar de estar escritos por Gilis de Poia estos conformaban un texto herético.
Wilfrey y Glausus escuchaban atentamente a Tattûm en la mal iluminada habitación. Estaban en la contracámara de la alcoba de la princesa, normalmente destinada a la haya. Allí habían arrastrado la mesilla del tocador hasta mitad de la habitación y se habia improvisado una sala de guardia para velar a la princesa. Sobre esta debatían ahora las extrañas noticias que Tattûm aportaba.

Más Bronk y Almunian, que no entendían mucho de lo que se hablaba, ya se habín levantado. Mientras que Bronk dormitaba ahora en el camastro, antes cama con dosel del haya, Almunian paseó por la habitación. Se dirigió a una de las ventanas, que acababan en una pequeña baradilla sobre el exterior de palacio, y disfrutó de la brisa nocturna mientras oía, que no escuchaba, la vocecilla del bibliotecario, más emocionada cuan más hablaba.
  • Como os decía, estos textos no pertenecen a sacerdotes Poianos, sino a algún tipo de herejes que surgieron hacia el final del imperio. Ya sabreis que los Poianos adoraban a la Diosa Oscura, Ma-mmä. Más su adoración no residía en el amor a la diosa, sino en el miedo a su cólera. Al parecer estos sacerdotes - Tattûm señaló hacia los textos como quien acusa a una persona - debieron tomar una senda algo distinta, siguiento textos que no he podido encontrar y que, aseguran, vienen del oeste ¡¡desde los mismos Picos de Sardia [1]!!
Tattûm tomó un respiro y un corto sorbo de te antes de proseguir
  • Allí, segun cuentan, existió una legendaria civilización de gigantes que adoraron a los demonios del abismo. Estos susurraron a los oidos de sus seguidores secretos sobre venenos, sobre el poder de la magia en los muertos y sobre macabros ritos para que la piedra cobrase vida con los espíritus corruptos. Algunos Gilis de Poia llegaron a ahondar tanto en estos conocimientos que se pervirtieron a los demonios del abismo, considerándolos mucho mas poderosos que Mam-Mä y, por lo tanto, mas dignos de ser adorados. Ocultos al resto de sacerdotes, tejieron una rebelión contra la casa real para asesinarles y tomar el poder para sus nuevos amos. Más fueron descubiertos y pasados a cuchillo, a excepción del gran sacerdote corupto que los dirigía. El castigo a este fue ejemplar y horrible: lo emparedaron en sus aposentos junto a sus pertenencias, y le dejaron morir de hambre.
Cuando Tattûm terminó la historia, Glausus y wilfrey estaban embelesados. Más pronto preguntó Glausus:
  • Ya conocía esta leyenda: la del Conde de la Muerte le llamábamos cuando éramos niños. Pero, si bien la historia es horrible, no le veo relación con nuestro problema.
  • Ahi quería llegar - explicó emocionado Tattûm, mientras sacaba del zurrón un viejo pergamino envuelto en seda - Este es el único que he traido en persona, pues no soy mago y no podría entenderlo bien.
  • Alcanzádmelo - dijo Wilfrey asombrado.
Ante la trémula luz de la vela, Wilfrey fue leyendo los arcanos textos que allí estaba escritos, palideciendo por momentos mientras comprendía. Al rato, con la cara descompuesta, dejó el pergamino junto a los papeles en la mesa.
Gracias Tattûm - acertó a decir - por haberme traido esto. Ahora lo comprendo todo.
  • ¿Entonces era un hechizo? - preguto Glausus.
  • Peor - dijo Tattûm - era la confesión del gran sacerdote corrupto. En ella le describía al gran Gili de Poia que, para demostrar su poder, volvería a la vida cuando no quedaran sino ruinas de Poia, prosiguiendo con su tarea y trayendo el fin a Somnia.
  • Trayendo para eso - siguió wilfrey - al avatar de los demonios, que destruiría los ejércitos de los hombres que se le opusieran y prepararía el camino para los demonios exteriores.
Almunian, que había vuelto a escucharles, se giró extrañado y preguntó:
  • ¿Y que tiene que var la princesa Ajai en todo esto?
  • Mi buen amigo - dijo apesadumbrado Wilfrey - los demonios no pueden ver más que el dolor y el miedo. Haría falta que tuviesen un faro que los dirigiese, unos ojos a traves de los cuales ver este mundo. Para ello - señaló de nuevo el pergamino - una persona descendiente de los reyes antiguos [2] caería en trance, bajo maldición del hechicero, y esta sería el faro que guiaría al avatar, destruyendo toda resistencia a su paso y seguido de su legión de destucción.
  • ¿Y todo eso estaba escrito en el pergamino? - Pregunto asombrado Almunian
  • Pues si - dijo Tattûm - tal era la convicción que tenía el sacerdote corrupto en su poder que le relató su venganza al Gran Gili de Poia con todo detalle, confiándo en uqe el Gran Gili, pagado de si mismo, no le diese ningun crédito.
  • No hay solución pues amigos, nos enfrentamos contra un dios y ningun mortal puede vencer en tal combate.- Eso admitió Wilfey, pero se equivocaba, pues mi señor acababa de encontrar una esperanza.

[1] "Los Picos de Sardia" Son una leyenda Somniana que se refiere a los picos del fin del mundo. Un gigantesco acantilado tras el cual las aguas del mundo se precipitan al vacío donde gira el sol y las estrellas.

[2]No hay que extrañarse de los lazos dinasticos entre los reyes de los reinos del sur y los Poianos, ya que recordemos que, igual que los Poianos fueron antes Almunienses renegados, las familiar nobles de Astol y Sergia descienden a su vez de familias Poianos rebeldes a su propio reino.

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