lunes, 8 de junio de 2009

Almunian (III)

Cantar III, Glausus D'Elebarn

Una vez atravesadas las lomas de Cantalarrana, en el reino del rey vino, mi señor atravesó los páramos que hay hasta delicias, parándose tan sólo aocasionalmente a comer o dormir. así llegó, al cabo de unos dias, a un caserío de donde surgían gritos de socorro.

Siguiendo estos llegó a la parte de atrás del caserío, donde se encontraba encadenado a la pared de piedra por pesadas argollas un hombre enjuto, vestido con ropas de viaje. Un arco con su carcaj y una pequeña mochila quedaban en el suelo, a la vista, pero fuera del alcabza del desgraciado.

  • Piedad mi señor - dijo el encadenado - mi nombre es Glausus D'Elebarn, y pertenezco a la ciudad libre de Manuelville, ciudad de ciudades. La dureza de la vida me obligó a viajar al sur buscando trabajo. Pero los clérigos del santísimo, que mandan tanto o mas que el rey, se muestran recelosos de los extranjeros y no me dejaron entrar en ningun gremio. Por ello me tuve que dedicar al poco noble hacer de robar gallinas, que es por lo que el rico mercader gili al que esta hacienda pertenece,me atrapó. Me dejó aqui encadenado y, cuandovengan los lobos esta noche, seguramente me devoraran.

Mi señor, asonmbrado por la desgraciada historia, se quedo pensativo.

  • ¿Y le robasteis gallinas a ese Gili?
  • No llegué a ahcerlo, mi señor, - raspondió Glausus - pues los guardias me atraparon antes.
  • ¿Y realmente prentenden que te coman los lobos?
  • Si no son los lobos esta noche, mi señor, será el hambre y la sed mañana, pues ya hace un dia que no pruebo agua. Si tan solo os dignaseis a acercarme mi arco y mi carcaj y quizas a darme de beber de mi odre, aún podría resistir un poco mas y tener una muerte algo mas digna.
  • Ni hablar - respondió mi señor, provocando la tristeza en Glausus, pues ya se veía desfallecido y devorado.

Almunian entonces cogió con las manos la argolla y, tirando algo de ella, la partió en dos. Esto sorprendió a Glausus, pues nadie en el este habúia conocido una fuerza asi.

  • Lo poco digno, viajero, - le dijo mi señor a Glausus mientras le acercaba su arco y su carcaj. - sería dejaros morir. Y ahora voy a hablar con ese mercader.
  • Señor, os ruego no lo hagais, pues su guardia es poderosa y cuando intenteis huir... ya me dio alcanze una vez, pese a que soy un hombre de buen correr.
  • No os entiendo Glausus. ¿Para qué voy a huir?

Almunian se acercó a la rica hacienda y llamó a la puerta. Glausus, no atreviéndose a acercarse, se escondió en los matorrales mirando desde fuera lo que aontecía. Cuando un sirviente abrió a Almunian, mi señor solicitó ser llevado ante el propietario de la casa, el lacayo pues lo llevó al salón donde el comerciante se encontraba contando dinero rodeado de sus dos guardias.

  • ¿Vos sois el comercianteque atrapó a un ladrón de gallinas y le encadenó para que le comiesen los lobos?

El comerciante, que pensaba que sería algun campesino a solicitar prestamos, levantó la mirada de su dinero e hizo una señal con la mano a sus guardias.

  • Si, soy yo sucio vagabundo, - respondió el gili sin ningún respeto - ¿ocurre algo por ello?
  • No, solo queria confirmarlo. Le he liberado y espero que, por tu falta de humanidad, al menos te prestes a llenarnoslas alforjas de comida y darnos dinero para continuar al este.
  • ¡¡De ninguna manera asqueroso!! - dijo el mercader levantando un brazo.

Uno de los guardias, a la señal del mercader, se avalanzó sobre mi señor espada en mano. Mi señor se limitó a apartarse de su camino y, cuando la inercia llevó al guardia a pasar ante él, le dio tal bofetada que lo tiro al suelo inconsciente, despojándolo de su casco que salió disparado por la ventana, apocas hiriendo a Glausus que estaba viéndolo todo anonadado. El otro guardia dio un paso atrás, dejando ver claramente que no estaba dispuesto a acabar como su compañero.

  • Bueno, de acuerdo, - dijo mi señor, volviendo a su tranquila espera - ¿y si no os doy de ostias lo hareis?

Esa misma noche, mientras Glausus y Almunian cenaban en el campo la comida que el rico mercader les había dado, mi señor de le presentó a su nuevo compañero diciendole:

  • Yo soy Almunian, príncipe de La Almunia. Pero no podré ser rey hasta que no encuentre la perdida corona de L'Almunia. Tu pareces hábil e inteligente, te agradecería que, a cambio de la libertad que te he dado, me acompañases hata que aprendiese de ti como actuar.
  • Es lo menos que podría hacer por vos, principe Almunian.

Más lo que Glausus había hecho esa noche, en realidad, había sido sellar una amistad que duró, dura y durará hasta que mueran uno de los dos o sobrevenga el fin de los tiempos. Pase lo que pase y a pesar del destino.

Cuando los dos aventureros terminaron la cena y se pusieron a observar las estrellas del cielo hablaron de lo que deberían hacer para cuando llegasen a Delicias, pues era la ciudad al este mas cercana y tenñian que encontrar alguna forma de ganar dinero. Más pronto canjaron el tema y comenzaron a halar sobre lo que en cada uno creia.

  • Yo, - dijo Almunian - creo en "Nada", dios de mis padres, y de mis abuelos antes que ellos.
  • ¿Y que haceis para adorarle? - preguntó Glausus
  • ¡Nada! - respondió mi señor en tono jocoso, enorgulleciéndose de su dios
  • Pues yo adoro a la diosa de la luna y el céfiro [1], "Ojalá" - dijo Glausus - la cual es más poderosa que tu dios.
  • Y como puede ser eso - Se inquietó mi señor
  • ¿Acaso tu dios no habita bajo la luna y el viento del céfiro, como todos los demas?
  • Pues en verdad os digo Glausus que teneis razón, pero aun asi "Nada" es el dios de mi gente, él nos dió el Pholvoron para vencer a Poia hace siglos, y él cuando muera me llevará a sus salas y me preguntará si encontré la corona de L'Almunia. Y si llegó allí con las manos vacias se enfadará y me dira ¿Asi cuidais de los regalos de los dioses?. Entonces me expulsará del cielo al mundo de los muertos, a casa de Mam-Mä [2], donde será el eterno ostiamiento en la oscuridad.

Glausus, ante esta historia, quedo sorprendido y preocupado por la importante búsqueda de su amigo, y decidió no abandonarlo hasta que hubiesen encontrado la corona de La Almunia.


[1] El céfiro es un viento de Poniente (u oeste). En la mayor parte del año sól ose nota en las partes altas, menos en otoño, donde tambien sopla enlas llanuras.

[2] Mam-Mä es la diosa de la oscuridad Almuniense. El culto Poiano difiere del almuniense es que, en vez de demoniar a Mam-Mä y adorar a "Nada", reconocían la superioridad de Mam-Mä sobre todo y se limitaban a defenderse de sus designios.

Nota del Traductor: Muchos lectores me habeis preguntado el por qué del uso indiscriminado de L'Almunia y La Almunia en el texto. Normalmente L'Almunia hace referencia a la ciudad capital y La Almunia (o "Tierra de los tomillares") se usa para referirse al reino en si. Aún asi los escribas almunineses, de los que recibimos este texto, rompen a menudo esta norma en pos de la lírica de lo escrito, causando alguna confusión. Pedimos disculpas por ello a nuestro lectores, suplicando entiendan que el escrito se ha traducido literalmente buscando sea lo mas fidedigno posible al original.

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